A Ecuador, a sus desiertos, sus picos y sus selvas
Caminando encontré 25 cocodrilos
en la calle bailaban
en los bares cantaban
en las ferias compraban
jugos, fruta y agua
Al amanecer su frescura acabó
uno aventuró
oasis en desierto soñar:
descubrió él cómo llorar
en la sequedad
gotas sin necedad.
(escucha su llanto / del frío mordido / por agua revivido)
En un oasis ya
convertido se ha
ese cocodrilo
se queda
su huella
de vida
sin espera
se queda
(también)
un oasis
una estela
esa lágrima joven
perene
rumbera
yo te lloraré
lágrimas de cocodrilo
no las secas jamás
ni las tristes verdá
yo te lloraré
lágrimas de cocodrilo
racimos de dátiles
hojas de guaraná
yo te lloraré
lágrimas del cocodrilo
enjuagareme
quizá
la sequedá
del destino
yo te lloraré
lágrimas de cocodrilo
tú nunca sabrás
donde yo me he metido
Quito, MayoCeroNueve
martes, 5 de mayo de 2009
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