La importancia de salvar la Naturaleza, la Vida, el Ecosistema o la Tierra no es un tema ético, sino de supervivencia de nuestra especie. Si la vida ha creado un ser destructor, que no puede vivir sin extralimitarse, entonces, éste está destinado a desaparecer.
Una manada de búfalos que acaba con un pastizal y luego con otro, hastar exterminar su fuente de alimento, no pensará que el error está en su intempestuosa hambre; su sentimiento de dolor, hambre e insatisfacción se deberá (según el búfalo) a la falta de alimento y su reacción será continuar la búsqueda hasta la muerte o el encuentro con otro pastizal.
Por el contrario, los humanos, que tenemos hermosas capacidades de crear un mundo hermano dentro de nosotros y compararlo constantemente con el real (a partir de las sensaciones) hemos llegado a comprender que la extinción de especies, la contaminación y el abuso a nuestros semejantes es una consecuencia de nuestros actos y no de la carencia del exterior. Nuestra reacción, la de algunos, es replantear nuestra manera de encontrarnos con la Naturaleza y con nuestros semejantes.
El búfalo, empero, vive en nosotros y buscamos otros planetas que devorar y nos olvidamos que no es el contexto el cojo, sino nuestro espíritu soberbio y ciego.
Pensemos al hombre en relación contextual (él con sus sensaciones): tiene 3 tipos de relaciones:
Yo-Yo / Yo-Tú / Yo-Él
La primera es la raíz de las otras, está en relación directa con éstas y las tres se modifican entre sí. La segunda (Yo-Tú) te acoje o expulsa y da diversidad dentro de un grupo; a ésta la puedes modificar. La tercera (Yo-Él) te crea o destruye y te da identidad; ésta te modifica. El pasado está relacionado con la segunda (mundo del recuerdo), el presente con la primera (mundo de las sensaciones), la tercera con el futuro (fantasía).
La compasión frente a la adversidad (un Él total y completo, absorbente) nace de la transformación del otro (yo-él) como yo-tú. No podemos contra este Él devorador y pensamos mejor en apartarnos. Esto hace que nos apartemos de los otros (que viven en más peligro de caer en el Él) y nos acerquemos a otros (con menos peligro de caer en el Él). Estaría bien leer a Freud y apoyarme en él para entender mejor sus relaciones ello-yo-superyó.
Sentir compasión es ponernos en peligro de muerte, porque es aceptar que nos acercamos a una persona que está en más riesgo que nosotros. Nuestro instinto de superviviencia nos aleja, entonces, de los otros, diciéndonos que estaremos más a salvo solos (lejos del peligro simbolizado por ese otro que sufre).
La realidad es muy distinta y lo han aprendido los mamíferos (que sobrevivieron a los dinosaurios en épocas dramáticas). Si se va en grupo, es mejor, a menos que el grupo vaya en contra del individuo (dictadura). Tal vez por esta cualidad de ver "más allá de lo evidente" , de tener un mundo hermano dentro. Me pregunto si los seres humanos somos los únicos que vemos peligro en nuestro grupo y lo convertimos en parte de nuestro contexto tenebris, nuestro grupo yo-tú se convierte en un yo-él y los que forman parte de ese grupo se convierten en yo-tú enemigos... (Más adelante debería profundizar en la relación yo-tú / yo-yo / yo-él dentro de los grupos... por ejemplo, un grupo yo-tú tiene integrantes yo-él... yo-yo en un grupo yo-tú se vuelve yo-él... y viceversa)
Es por ello que, a pesar de ser sociales y de que nuestro instinto nos impulsa a ayudar al otro, al mismo tiempo, otro instinto nos hace alejarnos del otro
La concepción del mundo del hombre debe necesariamente dudar de sí misma, si aceptamos que la realidad interna se pelea con la "social" y con la absoluta. La interna entre más equilibrada esté entre la social y la absoluta y la desconocida, más eficiente será y menos ignorante, más sabia y flexible.
La realidad del Hombre es dual por naturaleza y por esa cualidad es siempre e infinitamente repetible (fractales), como un rayo que se bifurca y esa bifurcación crea bifurcaciones en sí misma, hasta el infinito.
Por eso, las relaciones de pareja (encontrar o aceptar al otro como yo-yo) son tan complicadas y desestabilizantes para el yo-yo. Porque estar frente al otro dentro de nosotros mismos modifica nuestra concepción de nosotros mismos.
Es posible que el aferramiento del cerebro a relacionar de la misma manera nuestro contexto con nuestras sensaciones tenga que ver. Más bein con los coordinadores mentales de estas realidades. ¿Cómo, si la mente coordinador dice X, aceptar que la realidad diga Y?
Volvemos a la necesidad constante de decidir debido a la contradicción. Sin contradicción, sin paradoja, sin encuentro, sin ironía no hay decisión, no hay movimiento.
Leer Adonis, seis notas al lado del viento. El poeta y su trabajo #30
miércoles, 13 de mayo de 2009
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