lunes, 10 de septiembre de 2007

Esperando a Godot

Berliner Ensemble

Warten auf Godot 06.05.07

Dirección: George Tabori
Escenografía: Etienne Pluss
Vestuario: Margit Koppendorfer
Dramaturgia: Hermann Beil,
Anika Bárdos

Con: Roman Kaminski, Gerd Kunath, Peter Luppa, Michael Rothmann, Axel Werner


Sobre el telón cerrado se proyecta una imagen de Cristo en procesión (es un cuadro del medioevo, pienso si fue es de El Bosco.) Frente al telón, en la corbata, dos bancos de parque. En el lateral izquierdo de la corbata hay una mesa, sobre ella una cámara fotográfica y debajo una botella plástica de agua. Del lado contrario un sillón alto y tapizado de piel.

Se abre el telón y nos encontramos a Didi fumando al fondo, mientras Gogo llama su atención quitándose el zapato. Ninguno de los dos parece miserable, al contrario, muestran un joie de vivre esperanzador. Los diálogos fluyen, casi como un juego, una rutina entre los dos. No muestra, el director dos personajes en su lucha existencial, sino a dos entrañables amigos.

El trabajo de dirección actoral es intrigante. Vladimir tiene una conección directa con el público. Nos dice algunos apartes y en un momento dado nos incluye en la acción. En la mesa de la izquierda, donde la cámara fotográfica, se sienta la apuntadora. En diferentes ocasiones los personajes saldrán de escena para preguntar su frase. Sin embargo, los actores nunca dejan de representar el papel, sólo cambian la acción propuesta por Beckett. Logran un distanciamiento constante, puesto que se evidencia la carne del actor, pero éste nunca deja de representar. Se juega con el espacio de la acción, el dramático y el extradramático, el que no es propiamente de la obra.

El director y la dramaturga interfieren directamente en el texto. Parte del segundo acto está cambiado en su totalidad para reafirmar, lo que yo podría decir, es la incomunicación en la que los cuatro personajes viven. Por ejemplo, se nos muestra la vida interior de Lucky, su punto de vista. Estas son unas de las grandes aportaciones de la puesta en escena, no dejan al texto en su incertidumbre sino que luchan por darnos su visión del texto.

El vestuario ayuda a dignificar a los personajes. Son desempleados pero con buenos abrigos y sombreros. A pesar de vivir en la calle no se ven sucios ni harapientos. El niño, que llega al final de cada acto, es interpretado por una persona de baja estatura vestido de rojo. Aun que muy atractivo, su significación queda sin explicarse, en el aire. La iluminación y la escenografía son mínimos. Luz blanca durante la mayor parte de la obra. Al fondo de escena hay un megáfono con un aro de neón que en ocasiones se enciende apagándose las luces de la escena.

El gran problema que tiene esta obra es el ritmo. La delgada línea creada por Beckett entre mostrar la espera como acción dramática y las acciones durante una espera no se ven claramente. En ocasiones parece que estamos esperando que los actores reanuden la acción, la decisión, aparentemente conciente del director es mantener la atmósfera de espera inlcuyendo al público durante la obra.

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